Opinión

Aunque sea por negocio: Víctor Acosta Cid

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San Luis Río Colorado, Sonora.- El General Nicolás Bravo, se ubicó frente a los trescientos prisioneros y les explicó que Félix María Calleja, por órdenes del Virrey, había fusilado a su padre Leonardo Bravo, a pesar de que les habían ofrecido intercambiarlo por ochocientos prisioneros españoles.

La propuesta había sido más que generosa, aun así lo mataron. En consecuencia el General Bravo les dijo: “Tengo órdenes de fusilaros en represalia al fusilamiento de mi padre pero mi venganza es mi perdón, podéis marcharos, pues os concedo, además la libertad”.

Muchos de los liberados al ver esa muestra de entereza y generosidad, se quedaron a combatir a su lado. La anécdota fue conocida por toda la Nueva España, era el año de 1812.

Catorce años más tarde, en 1826, un grupo militar intenta derrocar a Guadalupe Victoria, primer Presidente de México. El Plan de Montaño o Tulancingo, como se le conoció al levantamiento, fue rápidamente sofocado y detenido su líder Nicolás Bravo, el mismo del perdón a los trescientos prisioneros.

En esta ocasión el General Bravo, además de la humillación de haber sido vencido llevaba otra aún más triste, él era en ese momento el Vicepresidente del México que apenas dos años antes había jurado defender, del que fue libertador y del que había sido declarado benemérito por el Congreso en 1824.

Fue acusado en consecuencia de alta traición y su asunto fue resuelto por la Suprema Corte de Justicia de la Nación. La plena responsabilidad fue determinada rápidamente, no había duda que el Vicepresidente había participado con todos su medios en derrocar al Gobierno de la República.

En esta cuarentena, cada uno de nosotros puede aprovechar para entregar lo mejor o lo peor. No depende plenamente de nosotros si vamos a vivir o morir, lo que sí depende totalmente es cómo nos vamos a conducir ante esta adversidad, si nos envilecemos o somos generosos, si buscamos la manera de mejorar o empeorar nuestro entorno.

He tenido la oportunidad en estos días de disfrutar aportaciones valiosísimas de gente de todo tipo, conciertos, clases, donaciones anónimas, apoyos desinteresados a los más vulnerables y eso sin contar a los encargados de nuestra salud que merecen reconocimiento y mención especial y de pie.

Gran parte del Pueblo de México ha sacado lo mejor de manera desinteresada, solidaria, con verdadero hermanamiento, sin importar creencias, ideas políticas o estratos sociales, pero en cambio ha habido otros que han querido sacar raja política o económica a estos momentos. ¿De verdad hasta ahí les alcanza?

Si eres músico toca o canta, si sabes escribir escribe, si puedes consolar el alma o el ánimo hazlo, si puedes donar o ayudar desinteresadamente así realízalo, si puedes dar una clase regálala.

La Suprema Corte en vez de dictar pena de muerte a Nicolás Bravo, sólo lo condenó al exilio, recordaron sus integrantes que en un momento este hombre había sido magnánimo con sus prisioneros y por eso decidieron perdonarle la vida.

Fue expulsado a Guayaquil y años más tarde, aunque por periodos cortos, pudo ser Presidente de México en dos ocasiones. Facundo Cabral tenía un cantar que aplica, «si los malos supieran qué buen negocio es ser bueno, serían buenos aunque sea por negocio«.

Haz de tu oficio o tu experiencia tu contribución, es el momento, tal vez mañana o la semana que viene no estemos por aquí.

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