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“Lo único que puede salvarnos a todos es cuidarnos”: Clarissa, hija de doctor fallecido por Covid

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Si alguien en Caborca miraba una camioneta Lobo, color guinda sabían que venía el doctor Ramón Leyva Valdez, y así regresó a esta ciudad el pasado 29 de junio después de haber perdido la batalla contra el coronavirus.

Sólo que en esta ocasión su vehículo era conducido por su hija Clarissa María Leyva, porque su padre a pesar del miedo, de la enfermedad de cáncer de piel con que luchaba, dio hasta su último momento para atender a enfermos con Covid-19 en el Seguro Social de esta ciudad.

“A la gente que no cree aún, que están renuentes a esta situación, les digo que es un momento muy difícil y lo único que creo yo que puede salvarnos a todos es cuidarnos, tenemos que hacer caso.

“Estar conscientes de que mi vida depende que ustedes se cuiden y de que yo me cuide, porque si yo no quiero infectarte a ti me voy a cuidar y voy a seguir las medidas que se están indicando”, destacó Clarissa María.

A los infectados los invitó a tener fe en que van a salir adelante y que acudan al IMSS porque es una institución con médicos que hacen todo lo posible para salvar a las personas, como fue el caso de su mamá que ya está recuperada.

Era un doctor amigable y sociable

El doctor Ramón Leyva Valdez, de carácter amigable y sociable, quien murió de Covid-19, fue despedido por amigos y familiares.

En Pitiquito lo esperaban los amigos y compañeros de instituciones donde él creó vínculos como Cruz Roja y Bomberos, del Seguro Social donde laboró y de pacientes que atendió en su consultorio particular.

Le hicieron una caravana en vehículos, lo acompañaron hasta el IMSS y ahí le realizaron un homenaje, recordó su hija Clarissa María Leyva.

Ramón Leyva, de 55 años de edad, traumatólogo ortopedista, se desempeñaba en el Seguro Social de Caborca y era médico general en el Centro de Inserción Social. Era conocido por ser un trabajador de la salud que hacía “milagros” en los pacientes.

Su carácter amigable lo hizo crear lazos de manera inmediata al llegar al área de urgencias en Caborca donde trabajó en un inicio, después se enroló en su especialidad; ahí también se casó con Nancy Romina Bojórquez y tuvo cinco hijos.

SU RUTINA

Entre su consultorio, la clínica del IMSS de Caborca, su familia y cuerpos de rescate transcurrieron los días del doctor Ramón. Su comida favorita eran los frijoles con queso y una taza de café que le recordaba al campo donde creció con sus padres.

Al iniciar la pandemia del Covid-19, Ramón tuvo miedo porque sabía que la sociedad no estaba preparada para enfrentarla y el Seguro Social no tenía la capacidad para contener la epidemia.

En estos tiempos de enfermedad había ocasiones en que el doctor Leyva prefería quedarse unos minutos más en casa aunque llegara tarde a su trabajo; los contagios entre sus compañeros se habían desbordado y a él le tocaba regresar al área de urgencias.

Fue cuando entendí que la pandemia nos afectaba a todos, y que a un hombre que era tan fuerte y dedicado a su trabajo, que daba la vida por su labor, no quería asistir al lugar donde se desenvolvía todos los días, era en realidad que tenía miedo”, contó Clarissa.

SU RITUAL ANTE LA PANDEMIA

El doctor Leyva mantenía un ritual de desinfección antes de entrar a su casa, se quitaba la ropa afuera, se quedaba 20 minutos enfriando su cuerpo para después subirse a bañar y se rociaba con desinfectante y era rígido con las medidas de protección.

Llegó el momento en que se infectó, él lo tomó como una gripe cualquiera, era que no quería preocupar a su familia. Se aisló en un cuarto en su casa y tomaba medicamento para la temperatura.

“Traía muchos síntomas en realidad, ya cuando vio que era demasiada la situación fue cuando decidió hacerse la prueba él y mi mamá y no le tocó recibir los resultados, se fue a Hermosillo antes de recibir los resultados, pero era algo evidente”, manifestó su hija.

Ramón sufría de la presión, luchaba contra el cáncer de piel y tenía sus defensas bajas, sabía que si era contagiado no iba a resistir, pero aún así prefirió seguir trabajando.

“Nosotros le decíamos papá pide incapacidad y él decía que no, como te digo era un hombre muy entregado a su trabajo y a pesar del miedo que él tenía decidió seguir trabajando, seguir apoyando a sus compañeros”, señaló.

EL MENSAJE

Clarissa María Leyva envió un mensaje a la comunidad que no cree en la enfermedad, dijo que es un momento crucial donde las vidas dependen de la solidaridad de otras personas al cuidarse así mismas y a las demás.

“Alguien que no usó bien cubrebocas, que no se desinfectó las manos, tuvo contacto contigo el día de hoy, en este caso con mi papá y hoy estoy aquí en casa sin un papá y mi mamá sin un esposo, mi abuela sin un hijo”, subrayó.

Con información de EL IMPARCIAL.


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