San Luis Río Colorado, Sonora.- Cuando el Comandante Jesús Zamora Orozco dejó las filas policíacas -hace unos 6 años aproximadamente- lo busqué para realizarle una entrevista.
Entendiendo que era un personaje público muy conocido en San Luis Río Colorado, me parecía interesante tener la oportunidad de hablar largo y tendido con él, buscando obtener un buen material.
¿Se imaginan las historias que podía contar Don Jesús Zamora? más siendo un tipo que seguramente conoce o conocía todos los detalles policíacos, públicos y no tan públicos del municipio en los últimos 40 años.
Pues bien, esa fue mi encomienda, en ese entonces la entrevista la realicé para el semanario San Luis News de Arizona, y debo decir que me gustaría compartirla con los lectores de El 5to Poder pero por desgracia no se encuentra en mis archivos.
Lo interesante fue el previo de la entrevista, y eso es lo quiero compartir con ustedes esta tarde de domingo.
Antes menciono que no lo conocía personalmente, por supuesto sabía perfectamente quien era y estaba al tanto de su buena y/o mala fama, pero había tenido nula relación con él.
La cita se pactó en su domicilio particular a determinada hora de la tarde. Llegué puntual, me dijo que lo esperara en una especie de pequeña oficina que tenía justo a un costado de su casa.
Al llegar no estaba él, lo esperé como por 10 minutos. De pronto llega una camioneta alta, modelo viejo, yo diría que año ochentero, y me dice: «Súbete Navia»
Dudé un poco, no por desconfiado sino más bien porque me tomó por sorpresa, «Súbete hombre, ahorita vamos a regresar, no te preocupes«, insistió.
Me subí y recuerdo que dijo coloquialmente que «iba a corretear un venado«, algo así como buscar a alguien que se le andaba escondiendo.
No fuimos muy lejos, recorrimos unas 3-4 cuadras, llegamos a una casa grande blanca y de barda también blanca, que se apreciaba bastante descuidada.
En eso Jesús Zamora hace sonar el claxón, se asoman un par de tipos y les grita desde el asiento del conductor, palabras más, palabras menos: «A ver hijos de la chingada, ayer se metieron a robar a una casa de aquí cerca, más vale que no hayan sido ustedes cabrones porque vengo y me los llevo de las greñas a todos, ya saben que para mi no hay bardas»
«No Don Chuy cómo cree, le juro que nosotros no fuimos, esas movidas son de fulanito«, recuerdo que le contestaron el par de malandros, echándole la bronca a otro pobre cristiano.
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Don Jesús Zamora siguió regañándolos, y para terminar volvió a advertirles que personalmente iría por ellos si se metían en cosas ilícitas, «¿quedó claro? no crean que no puedo porque ya no soy policía«, sentenció.
Yo como copiloto por supuesto no dije ni pio, me quedé callado y reconozco que hasta me asusté un poco con la regañiza, «No te asustes Navia, a esta gente hay que hablarles así, sólo así entienden«, me dijo ya en un tono mesurado.
Volvimos a su oficina para proceder con la entrevista. Zamora Orozco se portó muy bien, aguantó vara con las preguntas, algunas un poco incómodas, pero siempre se mostró atento y respetuoso.
Entre las preguntas recuerdo que me respondió: «El trabajo del policía es muy ingrato, porque si haces tu trabajo eres malo, y si no lo haces también eres malo. En pocas palabras, siempre eres el malo»
Ahí comprendí la naturaleza del oficio policíaco, siempre duro y arriesgado, siempre expuesto, siempre dejando heridos y enemigos en el camino.
A partir de ahí puedo decir que tuvimos una relación respetuosa, siempre saludó con amabilidad y cortesía, mostrando buena disposición y buenas maneras pese a la crítica.
Prueba de ello es que cuando mi hija menor murió recibí de parte suya unas condolencias muy sentidas, como de un padre a otro padre, y vaya que él entendía mi dolor.
Algo que también quiero hacer notar es el respeto que le guardaban muchos elementos de la policía municipal, lo pude ver en las lamentables ceremonias luctuosas que vivimos en el 2019, cuando cayeron varios policías asesinados.
Zamora Orozco siempre estuvo presente, y era notorio como muchos de los uniformados se le cuadraban al verlo, con todo y ademanes policíacos. Hay que recordar que buena parte de los elementos fueron formados por el CECAP de Jesús Zamora.
Bien dicen que cada quien habla como le va en la feria, por supuesto no era perfecto y seguramente cometió muchos errores, pero yo prefiero quedarme con el Zamora que impulsó el CECAP, con el Zamora que empujaba la formación de comités ciudadanos, con el Zamora comprometido con el futuro de la corporación.
Mis sinceras y sentidas condolencias a sus familiares, a sus hijos, nietos, amigos y ex compañeros. Nunca es fácil cuando un ser querido se va.
Me despido citando una frase que he escuchado en las ceremonias del Día del Policía pero que desconozco su autor: «Un policía debe ser una mezcla de todos los hombres, un santo y un pecador, un Diablo y un Dios»
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