San Luis Río Colorado, Sonora.- El 5 de diciembre de 1865, en un pequeño poblado de nombre Acuitzio, en Michoacán, se encontraron el ejército mexicano y el francés (que incluía a los belgas, custodios de la emperatriz Carlota, hija de Leopoldo de Bélgica). En esta ocasión no combatieron, hicieron una fiesta en medio de la guerra.
Cuarenta y cinco días antes habían sido fusilados cinco jefes republicanos. Esto generó que se temiera una venganza y que los juaristas ejecutaran a 296 prisioneros del bando enemigo.
La propia emperatriz y los más altos mandos del ejército francés, solicitaron un canje de reos al General Vicente Riva Palacio, Jefe del Ejército Republicano del Centro. Los imperialistas sólo tenían 156 detenidos, la diferencia era de 140 reos, aun así Riva Palacio aceptó.
Se acordaron las condiciones y se acercaron ambos ejércitos con los prisioneros a Acuitzio, se ordenó un cese al fuego de tres días. Cuando se llevaba a cabo el canje, surgieron los saludos y abrazos de respeto y agradecimiento con los contrarios y con los antiguos compañeros de lucha que se reencontraban.
Había bandas de música para festejar y comida para ambos ejércitos. Al final el Capitan Visart de Bocarmé regaló cerveza que había llevado desde Morelia a sus enemigos mexicanos. Aquello se convirtió en una fiesta.
Desde hace días vengo escuchando discursos soberbios y muy clasistas demeritando el triunfo de López Obrador. También he estado tratando de entender lo que pasó en el sentir del pueblo de México, para que el resultado fuera tan abrumador.
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En este punto me queda una cosa muy clara, la gran mayoría de los mexicanos tiene una cualidad básica, clara entre los que no han estado o no han sido favorecidos por el gobierno, pero inentendible, aún ahora, para la clase política que gobernaba mayoritariamente este país, me refiero a la empatía, la habilidad de ponerse en los zapatos de la otra persona.
No ves la empatía cuando tu presidente municipal pone candados al agua y en contraposición construye un megaedificio a OOMAPAS. No hay empatía cuando tu gobernador le instala refrigeración a sus caballos.
No eres empático cuando la primera dama se lleva a su estilista de cabecera a la boda real de moda en Europa al tiempo que se obstaculiza la investigación respecto a los cuarenta y tres estudiantes desaparecidos. La lista es interminable, no hubo ni hay empatía en la clase política, ni en muchos de sus seguidores desafortunadamente.
El triunfo dado a nuestro nuevo presidente, en gran medida ha sido provocado por el desinterés, por la soberbia, por el abandono de muchos sectores prioritarios, por los ataques que los gobiernos y aplaudidores hacen en contra de sus críticos.
Todavía gente que estimo del PAN y del PRI siguen calificando la elección como un “error” del pueblo de México, como si hubiera un método o un parámetro para realizar esa calificación, como si la voluntad soberana de cada uno de nosotros, ya en suma, estuviera sujeta a una aprobación o validación para ser buena o mala, acertada o desacertada. Me doy cuenta que es como si hablaran un idioma diferente.
Por unas horas en medio de aquella sangrienta guerra, los enemigos comieron, bebieron y se reconocieron en la misma mesa, sin despojarse ni de la dignidad ni del honor, hubo respeto entre unos y otros. Después de la fiesta, terminados los tres días de armisticio, la guerra continuó.
Los historiadores apuntan que Vicente Riva Palacio, quien además de general era poeta, negoció por su afinidad a lo emocional, otros refieren que lo hizo porque había sido combatiente en muchas ocasiones previas. Yo sólo creo que fue empático y supo ponerse en los zapatos de sus semejantes.
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