San Luis Río Colorado, Sonora.- Jorge Eduardo Pérez Jiménez, mejor conocido en el bajo mundo como «El Charal» o «El Narizón», era un temible gatillero de 41 años de edad que trabajaba para una célula del narcotráfico relacionada al Cartel de Sinaloa.
Originario de Ciudad Morelos, Baja California, Jorge Eduardo acumulaba un largo historial delictivo, registrando una orden de aprehensión por incumplimiento de obligaciones familiares (alguna vez tuvo esposa e hijos), una detención por el delito de posesión de arma de fuego, así como distintas averiguaciones previas por diversos delitos como robo con violencia, robo calificado a casa habitación, violencia intrafamiliar y allanamiento de morada.
Ubicado su centro de operaciones -por sus jefes- en el Valle de Mexicali, «El Charal» se vio obligado a huir cuando el pasado 15 de abril de este año, emboscó a un par de policías municipales.
Poco antes de las 6 de la mañana, los oficiales Ignacio Villagómez Robles y Raúl Adrián Rojas Suárez hicieron una parada rutinaria a un vehículo que circulaba a exceso de velocidad, siendo ametrallados por la espalda apenas bajaron de la patrulla, presuntamente por «El Charal».
Con saldo de un policía muerto en el lugar de los hechos y otro mal herido, el Director de Seguridad Pública de Mexicali, Ulises Méndez, apenas unas horas de ocurridos los hechos, declaró a medios textualmente: «Quien se mete con un policía municipal se mete con todos, y somos más de 2 mil, hay que ver las consecuencias»
En la misma entrevista banquetera con varios reporteros, el jefe policíaco dijo que tenían plenamente identificado al presunto responsable, quizás por el policía sobreviviente, filtrándose a medios como Zeta y La Crónica, su nombre completo y su principal apodo.
Pese al intenso operativo de búsqueda no lo encontraron, cerraron calles y avenidas, colocaron rigurosos retenes, hasta establecieron comunicación con autoridades municipales y estatales de San Luis Río Colorado, pero ya era tarde, se había fugado y refugiado en esta ciudad.
Incluso sus padres, también avecindados en el poblado de Cuervos, se vieron en la necesidad de dejar su hogar, ubicado en el #200 de la avenida 5 de Mayo, donde también vivió Jorge Eduardo, temiendo sufrir alguna represalia por los actos delictivos de su hijo.
Lugareños que conocieron a «El Charal» comentan que fue relativamente un joven normal, sin aparentes problemas de drogas, aprendiendo de su padre el oficio de mecánico.
«Su papá era mecánico, muy buen mecánico por cierto. Ahí enseñó a Eduardo a trabajar la mecánica. Era un joven muy normal hasta que se empezó a descarriar. Nunca (de joven) supe que usara drogas, cerveza muy poco, nunca lo vi ebrio. Recuerdo que sus padres año con año velaban a la Virgen de Guadalupe, eran muy dévotos», comentó un residente que prefirió no revelar su nombre.
Actualmente el taller mecánico está completamente abandonado, sus padres optaron por mudarse, incluso fuera del municipio de Mexicali, en parte por miedo a las acciones de su hijo y también, según nos cuentan, por el prejuicio normal en un poblado tan pequeño. Al final de cuentas eran los padres de un peligroso delincuente.
Ya avecindado en San Luis «El Charal» fue rápidamente adoptado por uno de los grupos criminales que operan en la localidad, pues dadas sus credenciales delictivas serviría bien a la causa. Además ya arrastraba fama de ser un tipo desalmado y de no rajarle a ninguna encomienda, por más temeraria que esta fuera.
Pérez Jiménez estaría relacionado a varios crímenes de alto impacto cometidos a últimas fechas en San Luis, como el ataque a balazos perpetrado a policías estatales el pasado 3 de diciembre.
En una «calca» a la emboscada llevada a cabo 7 meses atrás en Ciudad Morelos, los oficiales hicieron la parada a un sospechoso Cadillac en avenida Escalonias B, entre las calles 47 y 48, mientras por la espalda fueron tiroteados desde un segundo vehículo.
Uno de los elementos salvó la vida gracias al chaleco anti-balas, el segundo resultó completamente ileso.
Al día siguiente y de acuerdo a fuentes extraoficiales el mismo «Charal», bajo la encomienda de ejecutar a un mando de la policía municipal, rafagueó a los oficiales Ricardo Castro y Raúl Ramos, dándoles muerte mientras comían comida china.
De acuerdo a testimonios, con sangre fría el pistolero se plantó cerca de la puerta principal y sin entrar al establecimiento disparó a mansalva contra los policías. Observando las dantescas fotografías parece ser que Castro ni se dio por enterado (estaba de espaldas), mientras que Ramos, aunque hizo el intentó, no pudo responder.
Al parecer fue un atentado equivocado, pues el objetivo era un mando y trascendió que la patrulla estaba asignada al Oficial Francisco Camargo.
El código rojo se activó de inmediato, pero a diferencia de pasadas ejecuciones a policías sanluisinos, la respuesta de la corporación municipal fue mucho más allá del clásico operativo donde se gasta mucha gasolina pero no se detiene a nadie.
Dicho por los propios policías municipales, Luis Edgar Labra en lugar de encabezar una furiosa respuesta por un compañero caído, se atrincheraba, se encerraba, algo que cambió totalmente con Luis Manuel Lugo Durón.
Haciendo valer su pasado como Policía Judicial y como Director de la Policía Estatal Investigadora (PEI), el Comandante «Puntillas» inició una rigurosa investigación, empezando por una exhaustiva revisión a las cámaras del C5i.
Se detectaron posibles cómplices, en coordinación con autoridades estatales se realizaron algunas detenciones y cateos. Fue así como poco a poco fueron cerrándole las salidas, siguiéndole los pasos de cerca.
Gracias a la investigación se dieron cuenta que «El Charal» tenía participación en diversos incidentes como el artero asesinato de la guapa joven Alma Brigitte Cázares, ultimada a las afueras de un gimnasio la noche del pasado 7 de noviembre.
Se presume también su participación en el enfrentamiento donde murieron 3 menores sicarios, ocurrido en el sureste de la ciudad el domingo 8 de septiembre.
Cabe mencionar que según fuentes de Baja California, «El Charal» siguió delinquiendo en el Valle de Mexicali, pues se le atribuyen un par de asesinatos cuando se supone ya radicaba en San Luis.
En total, era el principal sospechoso de cometer arriba de 20 homicidios, todos con móviles del crimen organizado.
Volviendo a la investigación, autoridades confiaron a quien esto escribe que seguramente estaba encerrado en algún domicilio pero que ya no podía moverse con libertad.
«Ya andamos cerca, en alguna casa lo tienen encerrado. Lo que pasa es que le tienen miedo porque es despiadado, por eso pensamos que está escondido en la casa de algún amigo o conocido, y como le tienen miedo no se animan a negarle la ayuda«, reveló una fuente.
Como era de esperarse «El Charal» tenía que salir, al final de cuentas come, bebe y principalmente tenía que drogarse.
Hay 2 versiones respecto a los hechos de este domingo. La primera, citada por medios estatales, fue que todo inició a raíz de un asalto; la policía respondió, se armó la persecución y terminó en la balacera.
La segunda menciona que «lo pusieron», es decir, que alguien que tenía contacto con él, reveló su ubicación y desató toda la movilización.
El 5to Poder fue el primer medio en transmitir para redes sociales el incidente, y se puede constatar como fue la policía municipal la que respondió primero, rodeando y bloqueando las inmediaciones, seguido de la PESP, el Ejército y la Policía Ministerial.
Al final, tras un enfrentamiento que se prolongó por más de una hora, al cual se sumaron policías municipales que estaban fuera de servicio o en descanso, «El Charal» fue abatido junto con una mujer.
De nada sirvió su lealtad y servicio al crimen organizado, al final cayó atrincherado, casi solo, en compañía de una mujer que se presume era su pareja sentimental. Cuenta un vecino, sin saber con certeza su proveniencia, que entre los intercambios de balazos se escuchó gritar «me la pelan», en lo que pudo ser el último acto de temeridad del pistolero.
Es preciso mencionar que la versión oficial y el saldo del operativo no ha sido corroborado por la autoridad competente, en este caso la Fiscalía General del Estado de Sonora, por lo que, aunque se hable abiertamente de 2 o 3 criminales muertos, incluso de la identidad del mismo Jorge Eduardo, sigue siendo información no confirmada.
En conclusión se puede argumentar que el mensaje ha sido claro por parte de las autoridades: no habrá más asesinatos a policías impunes.
La investigación sigue su curso, y aunque «el Charal» ya se encuentra muerto, todo lo que se removio para dar con su paradero podría arrojar futuros resultados.
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