San Luis Río Colorado, Sonora.- El Presidente electo de la República, Andrés Manuel López Obrador, ha dado muestras de madurez y altura política, pues pese a su aplastante victoria ha sido magnánimo ante sus adversarios.
A decir verdad AMLO no ocupa a la oposición para ejercer el poder, no ocupa al PRI ni al PAN ni a ningún otro partido, sus bancadas en el poder legislativo son raquíticas, tendrán voto, pero no tendrán peso.
Aún así el popular Peje se ha reunido con José Antonio Meade y próximamente lo hará con Ricardo Anaya, en una clara muestra de inclusión y civilidad política.
¿Pero por qué reunirse con sus adversarios? muy sencillo, si bien es cierto que no los necesita para gobernar, hay algo que le urge a México… la reconciliación política. Las campañas han terminado, el movimiento alcanzó el triunfo, no hay necesidad de seguir un discurso polarizador.
El propio López Obrador le abonó a esa división con sus constantes ataques y descalificaciones al «PRIAN» y a los gobiernos de Fox, Calderón y Peña Nieto, a quienes metió en un mismo costal al etiquetarlos como «La Mafia del Poder».
Sin embargo, AMLO ha entendido para bien que ha dejado de ser el líder de un movimiento, para pasar a convertirse en un Jefe de Estado, en el Presidente de todos los mexicanos, y eso incluye gobernar para el bienestar de todos, así sean prianistas, perredistas, independientes, verdes, etc.
El llamado a la reconciliación política del Peje es genuino, lo dijo durante campaña, lo llevó a los hechos con la inclusión de personajes del PRI y del PAN, y ahora, en la victoria, cuando en teoría no sería necesario hacerlo, menos después del inmenso respaldo popular que obtuvo, lo sigue poniendo en práctica.
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Por eso las reuniones con el sector empresarial que tanto trató de evitar su llegada al poder, con Televisa y hasta con los propios banqueros. AMLO ha sido magnánimo, ha entendido perfectamente que no puede llegar con el ánimo de venganza, de revanchismo, porque sabe que al hacerlo sólo sembraría mayor encono en el país.
Según me informan, esa es una política que López Obrador ha pedido se ponga en práctica entre los gobiernos morenistas municipales y estatales, que busquen servir con los mejores hombres y las mejores mujeres, sin importar su pasado político, buscando la reconciliación y no la división.
Por eso Manuel Bartlett llegó a la CFE, por eso Germán Martínez será el Director Nacional del IMSS, por eso a Célida López en Morena se le dio la oportunidad de competir por la Presidencia Municipal de Hermosillo, porque la inclusión no basta con cacarearla, hay que demostrarla con hechos.
Santos González ha hecho lo propio en San Luis Río Colorado, ha invitado y está considerando a gente que no necesariamente era de Morena, algunos con pasado en el PRD, en el PAN, en Movimiento Ciudadano, en el PRI y hasta de la sociedad civil, como es el caso del Arquitecto René Arce.
Lamentablemente las críticas no se han hecho esperar, y es entendible hasta cierto punto, pero mucha gente sigue sin comprender que el pasado 1 de julio se eligió a algo mucho más que un simple cambio de gobierno o partido.
Además, y me consta, hubo personas que sin haber pertenecido nunca a Morena, se la partieron junto con Santos durante toda la campaña cuando muchos no daban un sólo peso por el triunfo morenista en San Luis. Y como dice el dicho: «Amor con amor se paga»
Para la transformación de un país tan grande como México, se requiere de la participación de todos, no sólo de morenistas, pejistas o izquierdistas, sino de todos, por la simple y sencilla razón de que a México lo hacemos todos.
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