Opinión

Epitafio de un candidato: murió en un debate

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San Luis Río Colorado, Sonora.- El pasado domingo se llevó a cabo un ejercicio democrático consistente en contrastar ideas. El objetivo del programa era exponer las plataformas electorales para construir acuerdos y socializar propuestas, pero lamentablemente se convirtió
en una emboscada contra el puntero de las encuestas; mediante la artillería de la mentira y los embustes se enfrascaron en un intercambio de necedades, logrando que las propuestas brillaran en solo destellos de algún candidato.

José Antonio Meade era el obligado a ganar el debate para sacudirse las voces al interior del PRI sobre un eventual relevo, tenía que verse avasallador y certero para recuperar la confianza de sus correligionarios.

Prácticamente malgastó la pólvora con el tema de los tres departamentos que le endilgaba constantemente a Obrador, ya que lo único que logró fue llevarse una rasguñada del tigre cuando le regaló los departamentos.

Ahora, el candidato Meade está obligado a demostrar con documentos que actualmente los departamentos son propiedad de AMLO. Seguramente será un tema de dimes y diretes en las próximas horas, que dificilmente se va a demostrar, porque el líder de morena tiene demasiadas salidas y seguramente los departamentos ya están a nombre de sus hijos.

Sinceramente, la mesa estaba puesta para que Meade arrasara en el debate, porque manejaba correctamente los tiempos a las preguntas que le hacían los moderadores y, sobre todo, tenía la brillantez para puntualizar y enlistar sus respuestas. Incluso, volteaba a ver su guion para repasar sus respuestas y reafirmar su expresión corporal.


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Todo lo anterior me hace suponer que las preguntas ya las conocía y que traía bien machacado su script, por lo que tenia una gran ventaja.

Otro dato interesante que me permite suponer el mal desempeño de Meade es que la “comentocracia” (pseudo intelectuales de la TV mexicana) lo descobijó, porque todos los programas de análisis abrieron con la idea de que Anaya había sido el vencedor, y lo más grave para el priista es que lo declararon el gran perdedor del debate.

Sinceramente no creo que se salieron del jacal los comentaristas, creo que recibieron línea de color azul. Por ello, supongo que a la mafia en el poder no le gustó la participación del representante del partido tricolor.

Creo que del cuarto de guerra de Meade salieron mal las señales, el debate era la opción para constituirse como el segundo lugar en las encuestas y poner a tiro de piedra a López Obrador. El candidato debió de haber enfocado sus baterías en atacar a Anaya, pero prefirió irse directamente a la yugular de AMLO, siendo que todavía tenía piernas para salir corriendo.

En el imaginario colectivo la elección ya es entre solo dos: Anaya vs López Obrador. Sinceramente, la participación de López Obrador fue pésima en el debate: no logró hilar un buen discurso, tampoco pudo hacer propuestas y su comunicación no verbal lo hacía verse totalmente extraviado.

No fue un día bueno para AMLO, pero no creo que tenga muchos de esos días en lo futuro. No creo que se le vuelva a poner de pechito a Meade.

Todo es una apreciación personal del debate, que habrá de confirmarse en las próximas semanas con la muerte política de Meade o, caso contrario, veremos el renacer del ave fénix. Paso a pasito, primero Anaya y luego veremos si le dan los tiempos.

Por lo pronto, su epitafio político está listo: murió en un debate.

Gildardo es Dr. en Educación y en Administración, con postdoctorado en política educativa, estudios sociales y culturales. Catedrático e investigador de diversas universidades.

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