Opinión

Voluntad y Derecho: “Valentía” desde la muchedumbre

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San Luis Río Colorado, Sonora.- ¿Me creería que en México existe un grupo de personas que no obstante que desempeñan un servicio público muy importante tienen menos derechos que cualquier otro servidor público?

Si van a juicio, aunque ganen, no tienen derecho a ser resarcidos y la Constitución mexicana, la clase política y los tribunales mexicanos avalan esta desigualdad. Pareciera que estoy bromeando o exagerando pero no es así.

En 1923, un afroamericano de nombre James Alphonse Frye fue sometido a juicio ante un Tribunal de los Estados Unidos. Su abogado estaba tan convencido de su inocencia que, como prueba, ofreció a la Corte algo muy inusual, al mismo tiempo de llevar el interrogatorio propuso que con un sistema médico consistente en un esfigmománometro y un fonendoscopio, se registraran alteraciones a la presión arterial para medir la “sinceridad” del interrogado.

El Tribunal negó la admisión de dicha “prueba” y en 1925 la Suprema Corte de los Estados Unidos confirmó dicha negativa aduciendo entre otras cosas que el procedimiento ofrecido no estaba avalado por la comunidad científica y que, por tanto, no era fiable.

A partir de entonces y durante varias décadas se tomó este precedente para admitir o desechar las pruebas científicas, “el caso Frye” era la pauta. También a partir de ahí al procedimiento propuesto se le conocería como el polígrafo o detector de mentiras.


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Hace poco todos supimos de la desafortunada noticia de la muerte de un Agente de la Policía Municipal. Esta columna no va sobre ese hecho en sí, sino sobre la forma en la que tratamos jurídicamente a los policías y sobre la forma en la que mucha gente se expresa de ellos, aún después de muertos.

Me decepciona sobremanera que tanta gente tan a la ligera y con tanta inhumanidad juzgue al agente fallecido y de paso a todo el gremio policial. Insultos, maldiciones y hasta deseos de que se repitan actos como el acontecido, sobraron en las redes sociales.

En todas las profesiones, en todas, hay personas que denigran al gremio, pero también hay otras que hacen acciones dignas de admiración y respeto. Abusar de la comodidad de estar en la muchedumbre, en el parcial anonimato que dan las redes sociales a muchos los vuelve jueces, valientes, grandes críticos y perfectos asesores en todas las materias.

El grupo del que hablo al inicio de esta columna son los policías. El polígrafo (el procedimiento no aceptado en el Caso Frye), actualmente se utiliza por la Federación y los Estados para “justificar” los despidos de los policías, dentro de un procedimiento que además no respeta la dignidad humana. Si el agente cesado se defiende en juicio y llega a ganar, la Constitución Federal prohíbe que sea reinstalado.

No me sorprende que el Estado esté tratando como ciudadanos de segunda a los integrantes de los cuerpos policiales porque del Gobierno se puede esperar cualquier cosa, pero de nuestros semejantes, si esperaría si no respeto, al menos un poco de decencia. ¿En verdad así queremos que nuestro país mejore?

Víctor Acosta es candidato a Doctor por el Centro de Estudios de Postgrado, abogado postulante y catedrático en varias Universidades de Sonora y Baja California

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